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Cementerio de San Diego

Historia:

El cementerio de San Diego abrió sus puertas el 21 de abril de 1872, con la bendición de fray Mariano Auz, de la Orden Mercedaria.

En el cementerio hay elementos de diferentes estilos como clásico, neoclásico, neogótico, neobarroco o ecléctico. Junto al cementerio se encuentra el convento de San Diego.

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Personajes importantes que se encuentran en el lugar:

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Neptalí Bonifaz Presidente de la República (descalificado) Quito, 1953

Gonzalo S. Córdova Presidente de la República Valparaíso, 1928

Aurelio Mosquera Narváez Presidente de la República Quito, 1939

Leónidas Plaza Gutiérrez Presidente de la República Huigra, 1932

José María Velasco Ibarra Presidente de la República Quito, 1979

Flavio Alfaro Militar, político liberal Quito, 1912

Luis Felipe Borja Jurisconsulto, político conservador Quito, 1912

Nicolás Martínez H. Escritor Quito, 1934

María Angélica Idrovo Educadora Quito, 1956

Luis Tufiño C. Geógrafo Quito, 1962

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Leyenda:

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Hace muchos años había en Quito un convento de monjes. Cuatro novicios, después de trepar las tapias del convento, salieron en navidad a comer buñuelos y tomar aguardiente puero. Entre ellos estaba el novicio Almeida, avanzaron hasta la fuente del sapo y entraron a una casa. La sorpresa fue grande al ver a más de una docena de frailes allí, tocaban guitarra, se divertían y bebían.

Lo mismo sucedió durante varias noches. Al fin Fray Almeida llegó a invitar a sus compañeros de convento, Cierta vez al trepar como de costumbre por un Cristo de madera, éste le preguntó:

  • Hasta cuando, Padre Almeida?

  • Aquél le respondió:

  • Hasta la vuelta señor y se marchó

Una vez ya emborrachado, salió de la cantina y se encontraba paseando por las calles de antiguo Quito, hasta que pasaron 6 hombres de alta estatura y completamente vestidos de negro cargando un ataud, aunque el padre Almeida penso que era un toro que habia salido de algun corral, con el cual chocó y se desplomo, pero al levantarse regreso a ver en el interior del ataud, y para su sorpresa era él, el padre Almeida dentro del ataud, del asombro huyo del lugar.

Al llegar a la Iglesia se hincó delante del crucifijo. Le prometió no salir jamás. Se arrepintió de sus culpas, pensó que eso era una señal y que si seguía así podía morir de seguro como castigo, entonces desde ese día ya no ha vuelto a tomar y el padre observaba la cara de la estatua de Cristo más sonriente.

El Cristo del Padre Almeida se encuentra en el convento de san diego es una obra creada por el maestro Caspicara

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